jueves, 3 de septiembre de 2015

La literariedad de la vida.

Cansado cual viejo combatiente, cierto que joven a los ojos, no obstante, centenario con una trotada mente y teniendo en cuenta que aun solo tiene veinte. Y que ha visto a su propia familia mentirse mutuamente, esperanza en el hombre advierte. Dementes, ¿como diantres quieren ver la luz? ¿como quieres que no te mientan si no predicas tu?
Combatiente que entierra a su progenitor y en lugar del norte pierde el sur. Y aunque parezca atroz por su rostro ni una lágrima corre y no es que no lo quisiera, es que un año entero le dura, del entierro, el shock.
Un refugio de amor, construye con la persona inadecuada, dos intentos y la misma daga seguía en el pecho clavada, pues no tuvo mas remedio que cerrar la puerta y, lock; adiós amiga, adiós hermana, adiós compañera, hasta nunca mi imperecedera amada.
Adulto infante, pordiosero galán con talante, constante poeta cantante, amante de la lectura, el baile y del ritmo sonante. No escribe sonatas romanceras, cualquiera puede recitar a una amada, pero los verdaderos poetas dejan los aspavientos sociales para quien los quiera. Y he aquí aquel que así mismo se consuela, el que no deja de divagar aunque muera. El verdadero yo nunca se contonea aunque pueda. Pues así dicho esto pasamos a otra y así queda.
Cansado cual viejo contingente, con solo dos decenas tiene mil inquietudes en mente. Recuerda del pasado lo brillante, por supuesto nada brilla si no arde pero con talante de nostalgia en sus ojos se televisan una mirada sonriente. Recuenta recuerdos casi olvidados, pobre pesar del mimo que los recuerda pues son producto presente de sonrisas pero producto real del pasado. Y esto es de todo lo impotente lo mas odiado. Este tiempo, en pensar empleado, ya fueran once horas hacia Asia de viaje acalorado, ya sea anclado en un barco a la deriva, él estriba en su mente toda vivencia cautiva en su corazón caliente. Y esto a la superficie viene, de ser uno consciente de que aunque no se quiera ser participe del tiempo, calladamente somos víctimas de un avance personal. Mal que un día, sin tiento, te presenta a un 'yo' mayor, el cual tiene constancia de sí pero de él mismo ni el mas mínimo conocimiento.
Ungüento de tiempo
Y quiero aconsejar a quien me quiera leer,
y a aquel que me escuche,
a todo aquel que me quiera entender, tal vez.
Trata tu vida como si mañana se fuera a perder,
y entiende que si alguien se va,
no depende de ti que quiera volver.
Y entiende, también, que todo acto es reflejado
por un espejo de energía,
que invierte lo que recibes por lo que hayas dejado.
Día a día, confía
en ti mismo y en lo que haces ,
aprendiendo a valorar a quien posees
ya que puede que lo pierdas, pues
luego, más que nunca desees volverle a ver.
Si siento que esta vida se me escapa del entendimiento, no es que sea un empedernido pesimista, pensamiento que en parte entiendo, es que no comprendo este comportamiento racista, sexista, entre otros horrores que castigan a la raza humana, sin tiento. Y al caso viene que es bastante estúpido este comportamiento, ya que viendo tales mentalidades, lastres sociales, sigamos sin reaccionar severamente ante semejantes barbaridades.
Uno acaba acostumbrándose al desprecio, precio ,que siendo aun un adolescente cobraba en importantes desmadres, daños mentales. No se si el joviejo combatiente conserva en su mollera aun esos espinosos trámites, nada normales; o si en cambio se ha vuelto un sabio, o si en cambio ha experimentado enseñanzas para su alma.....año tras año, tras año, tras año, trasd año.
Uno acaba por darse cuenta de que uno acaba por envejecer, mental y físicamente; a veces jamás se muere del primero y otras es de lo primero de lo que se muere. Uno acaba por entender que ciertamente se madura consecuentemente, consecuente con lo que se vive, se entiende y según de lo que uno ideológicamente se impregne. Casualmente, yo mismo, opté por una fe perenne, fe que se marchitó olvidando la cruz, pero dejando cada ápice del valor Respeto indemne.
Amor por el color, la vida, la soledad y el amor para siempre. Adolescente pueril persona mayor, que amó, ama y amará por siempre con corazón, a medias carnes y sin miedo al dolor. El amor a la vida, al vivir, no tener miedo de morir, pues ya fallecí una vez para saber como es el deseo de querer sobrevivir. Estar moribundo y sentir, de forma innata, que el amor no es mas que el impulso para seguir. 

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