domingo, 8 de enero de 2017

Las nubes y la inmanencia al yo.

Aquí en las nubes siempre se vive de la misma forma, 

sin sentido del tiempo ni de la distancia.

El manto de espuma incolora, pura y esponjosa es infinito en esencia.

El pensamiento reposa a través de tus pupilas sobre esa blancura y así seguirá mientras este mastodonte te meza.

No creo que la fábula del cielo y su encanto paradisiaco se refiera a los placeres expectantes después del fallecimiento.

La maravilla del cielo debe referirse a este exacto momento.

El cese del devenir, la espera inesperada,

el flotar y dejar de correr de lado a lado,

propio de la vida moderna que menudo esperpento.

Silencio espacial, aquí no existe mas que un único segmento inamovible, 

imaginario lamentablemente;

pero durante un largo momento tangible.

Ya se a que se referían con su idolatría al cielo.

El manto de nubes detiene el tiempo entero, 

nos sumerge en un limbo en pleno vuelo.

Nos separa de nuestro ser, de lo que somos

para realmente poder ser,

sin nuestras circunstancias.

Quizás haya entendido la razón de quietud,

quizás aquí en el limbo haya comprendido el significado equilibrio.

No deberíamos perder la esencia del yo,

ya que si queremos vivir en plenitud 

deberíamos pervivir obviando lo que ya hemos sido.

.Lang.

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